quarta-feira, dezembro 13, 2006

Bye, bye, Austin!

Mis últimos días en Austin.
A pesar de que en momentos llegué a pensar que iba a ser ésta una separación sin dolor ni cicatrices, la verdad no será facil. Echaré de menos a los amigos que encontré y recordaré esos pocos, pero memorables momentos en los que presentí la felicidad.
Voy a extrañar a:
  • Ingrid-siempre y aquel otoño de 2005 en que, por única vez, me desacostumbré a perder.
  • El invierno de 2006 y las dos ilusiones que trajo, ahora sólo fantasmas escuálidos.
  • Miguel-o-brasileiro-aquella tarde en la cafetería cuando las altas esferas se alinearon y se acercó para que conversasemos.
  • Ricardo y las entrañables semanas en que acariciamos la costumbre de comer juntos acompañados de su plática avasallante y mágica.
  • El cariño de Fila y aquella inusual birthday party en el Whole Foods con gelato de vainilla.
  • Scott y las lentejas de antología que compartimos aquel día en mi departamento-perpetuamente-unfurnished.
  • Patxi y el "Patxi Fan Club", del cual soy fundador y presidente honorario, la "x" de su nombre y esas pláticas a hurtadillas durante mis Office Hours en las que volcaba su ternura de amigo buga hacia mí.
  • Lydia-única y nuestro encuentro a destiempo, las noches de desvelo y karaoke, el universo en tu Suburban, los cafés en Metro, Lucía y el sexo, Strange and Beautiful, el amor a ultranza... la comunión en la poesía.
  • Paula-de-Tzile, nuestro embelesamiento por el português, la lluvia de estrellas que vimos caer juntos, Cupido que te acechaba, É isso aí, la promesa de la borrachera que nunca nos pusimos juntos.
  • Profesor Shumway y la prometedora iluminación aquella tarde, las grandes enseñanzas con modestia, las charlas en su oficina, las tiernas complicidades, la fe en mis subjuntivos y el hechizo de Borges.
  • Nicolás en el MSN. La traducción de aquella carta, tu español-terciopelo, la noche-tu-espacio y nuestra amistad creciendo entre emoticons y silencios.
  • Will you see!?
  • Borges, la revelación de Austin y el milagro secreto...

segunda-feira, dezembro 04, 2006

Selene ante Endimión


Para... desde la luna

poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

-Sor Juana Inés de la Cruz

Poca sería la fortuna de acceder al ajenjo profundo de tu mirada, de mecer mis labios en el oleaje dorado de tus cabellos, de sentir acontecer la armonía de timidez rosicler en tu piel, de extraviar mis deseos en tus bosques esplendentes y vislumbrar encrucijadas donde cualquier atajo presupone el vicio de la felicidad. Tampoco bastaría tocarte o besarte porque el dolor no desistiría. Tengo sed contigo –no de ti–, que en la distancia eres y en mi presencia el cuerpo dispersas en haces de anhelos y oscuridad de promesas. Aún ciega, te confieso, me encandilaría la tentación de tu presencia. Soy luna que no alumbra, luna-émula-de-Yocasta, saciándose de ceguera para suspender la sed…

Podrían mis manos, quizá, esculpir una fantasía de versos donde tú y yo coincidiésemos y convertirla en regocijo de las noches; pero habría, entonces, esa certidumbre de artificio que eclipsaría a la dicha; esa tristeza siempre, esta conciencia de las distancias.

La flecha de plomo de Eros apuntando al corazón tuyo; el mío latiendo en vértigo resignado.

sexta-feira, novembro 17, 2006

What if...

¿Y si me diera la oportunidad de darme otra oportunidad?

domingo, novembro 12, 2006

Memorial rosa

Como...
... asir el agua, alcanzarte.
... bailar en penumbras, acercarme.
... llorar por las noches, confesarte.
... desechar ad infinitum el plan del teléfono, atreverme.
... soñar a mis 7 años, mirarte.
... el silencio oscuro para mis migrañas, encontrarte
... la fiebre del betún en las aspas de la batidora cuando mamá hacía pastel, escucharte oler.
... la magia de Minotaure en la secundaria aquel 1992, desearte.
... extenuarme mientras corro, poder susurrarte.
... mis barquitos de papel zozobrando en las calles inundadas de Monclova, tomarte la mano.
... escribir este ¿poema?, acariciarte.
... entender las razones del dolor, besarte.
... mi primera noche tras leer El Cascanueces, consagrarme a ti; esperarte...

sábado, outubro 21, 2006

California


"Sabed que a la diestra mano de las Indias existe una isla llamada California muy cerca de un costado del Paraíso Terrenal; y estaba poblada por mujeres negras, sin que existiera allí un hombre, pues vivían a la manera de las amazonas. Eran de bellos y robustos cuerpos, fogoso valor y gran fuerza. Su isla era la más fuerte de todo el mundo, con sus escarpados farallones y sus pétreas costas. Sus armas eran todas de oro y del mismo metal eran los arneses de las bestias salvajes que ellas acostumbraban domar para montarlas, porque en toda la isla no había otro metal que el oro."

-
Las Sergas de Esplandián de Garci Rodríguez de Montalvo (1510)



La palabra Texas proviene del caddo táyshaʔ, lo que se traduce como «amigo» o «aliado». Los primeros españoles que exploraron estas tierras llamaron así a los hasinai (los texas, donde la "x" se pronuciaba como sh en el español antiguo). La región pasó a llamarse "Texas" por antomomasia.

- Dominio público


Dos meses más y Bye, bye, Texas! Y es que a los sueños no puede obligárselos a acompañarnos en un medio tan hostil donde exponerlos a este sol despiadado es orillarlos a la muerte. No podemos permitir que su naturaleza sublime sea mancillada por un sitio donde lo cutre se presume legitime pride, donde el dinero puede comprar y acumularlo todo -sí-, pero donde jamás el gusto y el entendimiento se unirán para producir un éxtasis estético en estos autoapodados bigs "por naturaleza". Es imperdonable intentar siquiera respirar en una atmósfera tan rarificada porque la malicia lo corroe todo, porque sé de una conspiración que no duerme y vela para arrancarnos cualquier tipo de consuelo. Everything is bigger in Texas, alardean esta falange de enanos magnificados mientras se contemplan jactanciosos gesticulado en la casa de espejos que es su existencia.


Y yo en medio de esa pesadilla. Agonizaba. Mis sueños me habían abandonado...


- Es mejor irse. Por más que Circe riquezas te ofrezca, por más que Circe con pasiones te tiente, aléjate, Odiseo. Ítaca es tu viaje. Sus aventuras, los innumerables tesoros. Abandona esa casa de espejos, su palacio. Tú eres del mar; las olas tu único lecho...


Y escuché, entonces, esa voz antigua llamándome.

- Más allá de Ítaca, Odiseo, hay una tierra. Serás feliz en ella. Existe ya en ti. Más allá de Ítaca. Búscala en la cartografía intrincada de tus venas...

La voz hablaba de la tierra donde nació mi abuela, de aquella isla poblada por brunas amazonas: C-a-l-i-f-o-r-n-i-a. Aquella tierra que existió como idea antes de tener existencia empírica: California, sueño corporizado.

- Deja toda grandeza aparente al lado de Circe y hazte a la mar. Su abrazo y el abrigo de dos bosques constantes te conducirá. Es hora de partir, Odiseo. El temor es siempre, umbral de la dicha...

Y así lo hice. Me embarqué a California un martes 17 de octubre (día de mi cumpleaños) sin nada más que mis ilusiones y sueños agonizando. Como norte aquella voz y de resguardo el pecho inmarcesible de mis amigos Elizabeth y Fernando. Hoy, cuatro días después, estoy de pie, sigo soñando. Mi partida hacia allá es inminente: irreversible. Dos meses más se apellida...
Texas ha sido un espejismo atroz. Palacio de Circe. Pequeña corte donde aprendí que soy tan fuerte como para reconocer cuán engañosas son la comodidad y las apariencias y, entonces, sortearlas, partir, aprender, no regodearse en la conformidad más nunca.

¡Qué se haga la luz! ¡Bienvenida, California!
¡Eureka!

sexta-feira, outubro 06, 2006

La Science des Rêves


Experiencia maravillosa, la de hoy en el cine. La Science des Rêves (2006) se llama la película. La estelariza Gael García Bernal, al lado de otros actores, en su mayoría galos que hablan en español, francés e inglés a lo largo de sus ciento quince minutos.
Hace una semana que Corey y yo quedamos en ir a verla hoy. El lugar que él eligió fue el Alamo Drafthouse Cinema, un sitio súper chido donde transmiten no sólo estrenos (de afortunado perfil), sino donde también tienen lugar retransmisiones de clásicos del cine. Es un lugar estupendo porque además de que lo asientos son comodísimos, hay mesas donde puedes disfrutar desde hamburguesas hasta pizzas, pastas, cervezas y vinos que ordenas allí mismo. Hay meseros y bueno... ¡toda una grata experiencia! Alamo Drafthouse Cinema, in a nutshell, es un cine-restaurante.
El director de la película, Michel Gondry, es el mismo realizador de Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004) y con ello podrán hacerse una idea del tipo de obra que es. Sin embargo, debo advertirles que La Science des Rêves, a pesar de insistir en las intrigantes/desconcertantes relaciones entre la realidad (la sobriedad más estable entre todas las posibles sobriedades) y el inconsciente (en este caso, los sueños), se distancia de Eternal Sunshine en el modo sutil y acento sublime con que presenta el tema. Si en Eternal Sunshine podían apreciarse las costuras teóricas que sustentaban el interés de Gondry por los mecanismos mentales que están por detrás del aparato afectivo de los seres humanos, en La Science, Gondry las disimula y en su lugar nos sumerge en un mundo sin fronteras entre lo onírico y lo real donde la única constante es la irrupción de hermosas metáforas visuales que llegan bien adentro.
Además de la entrañable compañía de Corey, recordaré de esa película la escena final que todos quisiéramos coronase esos instantes de nuestra vida en que tomar una mano es el inicio de ese espejismo fugaz que es la felicidad.
Mi reflexión sobre esta película gira en torno a la relación entre la realidad y los sueños. La realidad imita a los sueños. Los seres humanos planeamos la realidad desde los sueños o, visto desde otra perspectiva, buscamos que nuestras vidas materialicen los eventos que soñamos. Lo real se gesta y cambia en y desde nuestros lechos.
Soñar es siempre conspirar...

sexta-feira, setembro 29, 2006

Tercianas

Tercianas: se denominaban así a una especie de fiebre intermitente
que aquejaba al paciente cada tres días.

Para curarlas se ponía la persona aquejada de espaldas
a una laguna y recitaba:

Buenos días, espolón:

Tercianas tengo, tercianas son.

Que de mí se vayan

Y a ti no te vayan

y se deshagan

como la sal en el agua.

Y luego se tiraba un puñado de sal hacia atrás para que cayera en el agua.



Viernes. What the fuck is wrong with me? me repito mientras desvanezco con precisión compulsiva la turbieza de mi vaso de cristal favorito. Desde siempre he sabido que el índice de tráfico en el fregadero y la densidad de ocupación de mi cesto de ropa sucia son indicadores inequívocos de mi estado de ánimo. Y hoy viernes están llenísimos y yo estoy de tal vacío-proclive-a-explotar que evito cualquier fósforo que me haga llorar a llamaradas. Quisiera lavar mi vida tan escrupulosamente como lavo este pedazo cóncavo de vidrio; sortear las secuelas de los descalabros, amparar las ilusiones huérfanas, olvidar las babeles sentimentales que han acabado por frustrarse... Descubro que es imposible. Las cicatrices me han robado la inocencia.Estoy escaldado de dolor, desahuciado de posibilidades. Tengo miedo de soñar. Mi vida se ha convertido en una continua vigilia donde contemplar ilusiones es caminar sobre terrenos henchidos de minas terrestres antipersonales.
Terminaré de poner en orden el departamento. Secaré la loza, la colocaré en la estantería ordenándola por colores, funciones, predilección y tamaños. En algunas horas mi ropa estará reconfortantemente limpia, planchada y doblada en mi armario-vestidor. Y, entonces, se acabará el viernes y lo sucederán el sábado y desangrado ya el domingo, habrán de cesar momentáneamente mis tercianas. Pero sólo es su paréntesis; una tregua del todo frágil y, por tanto, engañosa.
Me toparé con ellas de nuevo, con mis tercianas, frente al fregadero, frente a la lavadora lavando mis trastes, mi ropa... llorando en silencio mis penas...

Mi primer amor [imposible]


Se llamaba Kouji, Kouji Kabuto... Yo era un niño, entonces, y lo deseaba sufriendo como Afrodita...



Aprendí a amar a distancia y desde ese momento, no sé hacerlo de otro modo...

...y por respeto a "su memoria" en ningún otro japonés volví a poner los ojos.

quarta-feira, setembro 20, 2006

Manuel

Después del pavoroso ataque de migraña que me representó una corta hospitalización hace ya una semana, regreso a mi blog con suma avidez. Gracias a mis pacientes y sufridos lectores por su constancia y su comprensión.
Los días en que el cansancio o cualquier otra razón distrae mi sueño, convoco en mi memoria los senderos por los cuales caminé en algún momento de mi vida:
1) El centro de Monclova
2) Las calles de Mexticacán
3) Monterrey todo
4) La zona de la University Avenue en Las Cruces, NM
5) Mesilla, NM
6) Mis tres barrios en Boulder y el área de CU
Así, pues, con los ojos cerrados deambulo por esos espacios y rememoro las tonalidades de la luz, las sensaciones, los olores e, incluso , recreo mis pensamientos de entonces. La noche del martes volví a caminar por Monclova desde mi cama en Austin. Pensaba en mis cortas vacaciones allá. En lo mucho que esperaba la noche para que el sol y el calor nos diesen una pequeña tregua. Daban las 11 de la noche y, entonces, después de que cerrábamos el negocio, me dirigía a la pequeña pizzería que queda justo enfrente para comprar mis dos Sprite en lata. Claro, claro. Podría comprarlas también en un OXXO o en cualquier otro lado, pero había una irrebatible razón que me hacía adquirirlas en Genuino's Pizza. Se llama Manuel y debe acariciar los 18 años. Sin altura excesiva, pero con un rostro que es la misma ternura, Manuel desarma con su sonrisa: limpia, directa, sincera, sin malicia.
He hablado con él varias veces cuando va a la paletería y me toca despacharlo. Me colma de sonrisas desde el primer momento. Yo tampoco se las niego. Me da la mano y estrecha fuerte la mía. Siento sinceridad. Masculinos sus modos siempre, pero la suya es una testosterona que no se manifiesta agrediendo. Antes bien, seduce por su ternura.
Hemos hablado un par de veces mientras me pone las Sprite en la bolsita de plástico que diligentemente llevo y me recuerda:
- Allí van los popetes.
Y me sonríe. Me da la mano. Es una mano amplia y se antoja trabajada por algo de aspereza que se siente en ella.
Me cuenta que quiere seguir estudiando después de la prepa, pero que tiene que trabajar, que tiene amigos que estudiaron... y me pregunta sobre lo que estudio, que dónde estoy, que no conoce Texas, que qué es eso de "doctorado en letras"...
Y yo le contesto todo puntualmente, tratando de que me entienda, sin por ello dejar de mirarlo con una discreción tan prudente como embelesada.
Ay, Manuel -pienso- si supieras las ganas que tengo de darte un abrazo bien fuerte, de acariciarte la cara, de portarme como machín matón y deshacerte con un gesto rudo de cariño (¡vaya oxímoron!) ese peinado de por sí tan distraído y plantarte, entonces, un beso en la mejilla....
- Muchas gracias -le digo despidiéndome-. ¡Y sigue con tu plan de estudiar, eh!... Bueno , Manuel, nos vemos...
Y cruzo la calle deseando voltear la mirada y soñando encontrarlo parado en el umbral de la puerta. Y me invade la tristeza cuando pienso que tal vez su situación económica le impida continuar sus estudios, me duele adivinarle un futuro de muchacho casado a corta edad con 4 hijos a los 25 años, me lastima pensarlo trabajando en una maquiladora, gordo y descuidado, soñando con alcoholizarse los fines de semana...
Ay, Manuel -pienso- si fueras gay; si yo tuviera el pleno derecho a soñarte...

segunda-feira, setembro 11, 2006

Ése que no soy yo...

Muchas veces lo he visto entrar en su departamento de lujo, tras años y años de estudios, ya consagrado y reconocido como autoridad en su campo. Entrar solo sin siquiera pensar en proferir palabra alguna. Nadie lo escucharía. Abominan a las mascotas en el exclusivo complejo habitacional en el que reside. Zapatos bien lustrados. Ropa en colores neutros y líneas puras de diseñador definiendo su anatomía atlética a sus más de cuarenta años. Deja el portafolios en el impecable sofá de piel y se aproxima al modular para poner música. Abre una cerveza Lambic de frambuesa y, tras servirla en una copa, la degusta lentamente. Al fondo se mecen los tangos. Él cuelga los recuerdos junto a la chimenea para volverlos a la vida. Tiritan. Afuera nieva y hablar del frío no es sólo referirse a un factor ambiental. Se echa sobre la inmaculada alfombra. Ir a la cama es yacer con la soledad. Entonces, los rememora, los nombra, los recrea en su mente. Sus cuerpos, sus manos, el olor de cada uno, los acaricia hilvanando ilusiones. Todos se han ido. No lo esperaron. Se guarece de la tormenta con sus anteojos italianos. Avanza decisivamente hacia la acogedora biblioteca. Cierra la puerta. Destellos de luz se escapan por sus resquicios...

Monterrey; una probadita

A veces quisiera poder escribir este blog instantes después de que me ocurren cosas a mi parecer trascendentales. Luego pasa el tiempo y se me olvidan muchos detalles que pensé en incluir o, como las más de las veces, se atraviesa una racha de muchas ocupaciones y para cuando acuerdo ya me sobrepasaron las vivencias y tengo que decidir qué poner y qué dejar a un lado de entre lo poco que recuerdo. De todas formas, persisto en este intento de llevar un diario personal con ejercicios de escritura en línea.
Acabo de regresar de Monterrey. Fui de fin de semana. Viaje relámpago. Y como todo rayo, luminoso, esclarecedor, incisivo... Amo a Monterrey. Sería una falsedad y además algo por demás innecesario de negar. El afecto por Monty se me sale por los ojos, por la boca y por todo el cuerpo.
Él lo sabe (porque Monterrey it´s a guy!) y me recibió -snob y globalizado- recién bañado, sin el solazo despiadado que lo caracteriza y con un instinto de seducción capaz de despertar en mí todo tipo de saudades. Y ante Monterrey me dejo siempre, me rindo again and again.
Rollo de salmón en el Yamato, chai en el Starbucks del TEC y conversación entrañable con mi amigo Adrián. Caminata con propósito hedonista por los alrededores del campus.
Pregunta retórica: ¿dónde convergen los hombres más bellos de México y América Latina? (Respuesta obvia).
Entonces, actualizar aquel proverbio de "todo encuentro casual es una cita" fue cosa de segundos. Las muestras de cariño de mis ex estudiantes me conmovieron sobremanera. Confirmé la certeza de que lo mío es ser profesor y que lo mejor que puedo y sé hacer es quedarme en cada una de las personas que me conocen a través de la enseñanza, de compartir lo poco o mucho que sé. Los comentarios y el cariño que me demostró Gabriel me hicieron sentir muy feliz; meaningful para alguien. Fue mi mejor estudiante en la clase de literatura mexicana que enseñé durante el verano en Monterrey. Me confesó que sigue leyendo, a pesar de que no estudia letras.
Optimismo, profundo optimismo. La esperanza en el futuro sigue viva. No todo está perdido. No todo, aún.

domingo, agosto 27, 2006

Austin o verano de cortos

La segunda parte del verano (10 de julio-17 de agosto) estuve trabajando/estudiando en Austin. El panorama no era muy halagüeño: muchísimo calor, ninguno de mis amigos en la ciudad y yo al frente de un grupo de quince chavitos en su último semestre de español peleando por cumplir con lo mínimo, aprobar el curso, pero, ¡eso sí!, sacar una A porque, en sus palabras, por el simple y llano hecho de inscribir español intensivo en el verano "se la merecen". Pintaba el mentado veranito poco interesante, NE-FAS-TO para ser completamente honesto. Sin embargo, aparecieron como dos duendecillos juguetones Jorge y Ale/ Ale y Jorge y cambiaron mis predicciones. Fueron semanas verdaderamente entrañables. Salidas y conversaciones que recordaré por mucho tiempo. Sí. La aridez y la hostilidad en el terreno de las relaciones personales en Austin fueron trocadas por una calidez y una cercanía que no experimentaba desde mi suspirado Boulder.
Pedacito de verano divertido y, como ya lo dije, pedacito de verano entrañable el que escribimos los tres aquí en Austin. Ellos que son artistas y muy talentosos me hicieron incursionar en el mundo del cine. Además de voyeur de su trabajo, me dejaron hacerla de asistente de director en dos de los cortos, a cuya filmación asistí. Hasta filmamos una secuencilla en mi departamento.
En este momento lo rememoro porque acabado de regresar de mis diez días en México hace 3 horas, me topé con la foto que nos tomamos en la cabina de instantáneas (4 pics x $2.00) la última tarde que estuvimos juntos y convoco ese recuerdo con la alegría y las saudades con que se evoca algo tan especial como este verano de cortos: corta duración, cortometrajes y cortos encuentros.
Ale y Jorge, ¡saludos hasta Buenos Aires!

terça-feira, agosto 15, 2006

Receso

Hoy miércoles 16 de agosto, por la noche, me voy de (mini) vacaciones a México. Regreso a mi pueblo por unos diítas antes de que inicie el semestre acá en San Felipe de la Nueva Filipinas.

Si se animan a darse una vuelta por Monclova, ya saben donde encontrarme...

Declaro, pues, desde este momento, en receso temporal a este mi blog.
Voy tras mis huellas frescas, inauguro otra errancia.

Até sempre!

quarta-feira, agosto 09, 2006

Deseo

Tras el ¿rapto? de Perséfone por Hades, la única condición que se puso para liberar a Perséfone fue que no probase bocado en todo el trayecto, pero se dice que Hades la engañó para que comiese seis semillas de granada, que la obligaban a volver seis meses cada año, uno por cada semilla. En algunas versiones, Ascalafo contaba a los demás dioses que Perséfone se había comido voluntariamente las semillas de granada…

Semen/Semilla: (del latín semen-inis, semilla; de sero-ere, sembrar). Sustancia que producen los animales del sexo masculino para la generación. Esperma.

The pomegranate is sweet, but the pomegranate is tart. The pomegranate is tough and wrinkled, but when cut open it glistens with ruby-like seeds. In the Greek myth of Persephone, the pomegranate is called the fruit of the underworld, yet in the Muslim Qu'uran it is called the fruit of paradise. The inner beauty of the pomegranate has inspired design since Biblical times, and there are some who believe it may be the fruit on the tree of life

***

Emerger de Él/por Él para ser, entonces, por los brazos de Argos, de Él arrebatados. Ni edad ni advertencias allanan el relieve de proclividad que hacia Él nos desliza. Por más que nos alejemos, sonámbulos de juegos regresamos y rodeándolo, nos contemplamos en ti, ¡oh, vado de los sueños! ¡oh, manantial del Leteo! ……. ¿Arrojarnos? ¿Tendríamos valor? ¡Cuántas veces no habríamos de soñarlo! Debilidad ancestral ésta; irreversible; sin convalecencias.

Eco llorando por Narciso; Hércules clamando por Hylas; Diana y sus perros triunfando de Acteón

Sordos, aún así, nos seduce la tranquilidad oscura de tu superficie. Adivinando la vorágine al interior, una serpiente de escalofríos trepándonos por la espalda nos impulsa a buscar en tus simas el fruto de nuestra avidez.

Salto.

Inmersión.

Parteaguas.

Nosotros, Perséfone-libre-de-toda-inocencia, huyendo de Démeter/la luz/nuestra madre saboreando en granadas mórbidas la voluptuosidad proteica de Hades. Libación a la salud del olvido.

¡Oh, Deseo! ¡Añorado exilio sin retorno!

quinta-feira, agosto 03, 2006

La fuente


Aquí en San Felipe de la Nueva Filipinas (aka Austin), a eso de las diez de la mañana -y de hecho desde mucho antes- el calor pasa de ser impúdico a flagrante exhibicionista.
Hoy, como entresemana, y sobre esa misma hora caminaba en oxímoron (vigorosa pero gracilmente) desde la parada del autobús de la universidad hasta el edificio donde imparto clases. Las gafas de sol y el registro de voz armonioso y políglota de Garcilaso me sustraían -sin resistencia de mi parte- de esta esfera sublunar... lejos....... lejos..............lejos.........................
And then I ran into you. Se enciende la fuente, me coge por sorpresa y me moja todita la cara. Expresión facial de asombro y de eco un jadeo. El agua surgiendo a borbotones. Sprinkling, o sprinkling water!; you came.... you came into my mind.

segunda-feira, julho 24, 2006

El horizonte de los treinta

Estaré frente a él en cinco años más. No le temo. Completaré -Deo volente- tres décadas y, entonces, todo comenzará tal y como lo he soñado, tal y como siempre lo he sabido....
Fernando, que me quiere mucho, tanto como yo a él, me regala un bouquet de profecías cultivado en el prado generoso de su cariño.

Fernando F says:
Y vas a ser feliz
Fernando F says:
Porque vas a madurar
Fernando F says:
Allí quizá cumplas los 30 [en Davis, California]
Fernando F says:
o estarás cerca
Fernando F says:
Esa edad es mágica
Fernando F says:
El corazón escucha todas la voces
Fernando F says:
Vive en la simultaneidad
Fernando F says:
Y sabe que la supervivencia es el objetivo
Fernando F says:
Te harás fuerte
Fernando F says:
Y te sentirás siempre vivo
Fernando F says:
Vas a aprender a encontrar tu lugar dentro de ti
Fernando F says:
Serás tu propia nación

Es un poeta. De los grandes.
Como grande es la fortuna de tenerte a mi lado, Fernando.
Gracias a la nieve, aún ahora....

sexta-feira, julho 21, 2006

Admitting Auto Diagnosis

Patient's Name: Kickapú

Symptoms:

  • Reducción a un tiempo récord la contienda con el guardarropa en ese campo de batalla que es el armario.
  • Resignificación del vocablo correr. Ha ampliado sus acepciones por tu presencia y el matiz de esa secreta complicidad.
  • Crecimiento exponencial de mi obsesión por el color blanco y resurgimiento del deseo por jugar aquel jueguito del "yo la traigo y córrele porque te la voy a pegar [Me muero por alcanzarte]".
  • Ampliación de mi estrecho horizonte de credulidad. Desde ayer afirmo vehementemente que:
    1) los salmones se pueden convertir en rosas.
    2) la poesía amorosa de Neruda no es tortuosa.
  • Superación del miedo a comer aguacates ante la amenaza de un acne outbreak.
  • Reivindicación de los franceses por sus chocolates.
  • Revaloración del lavado de trastes como actividad placentera.
  • Ampliación de la ley del decorum literario para incluir una charla sobre coyotes a la luz de la luna entre dos zagales mutually attracted.
  • Vocación de vanguardia para la inclusión de nuevos sinónimos. Para felicidad se proponen jacuzzi.....

    ...y desde esta parte inicia la Confidential Diagnosis Section que por razones obvias es imposible reproducir aquí.

quinta-feira, julho 13, 2006

Conmemorando "le 14 Juillet"


"La lecture est longue ; la vie est courte..."
- Milan Kundera
A doscientos diecisiete años del inicio de la historia moderna (14 de julio de 1789/Toma de la Bastilla/Comienzo de la Revoluión Francesa) me rebelo leyendo a Don Quijote (1605, 1615), apóstol de la nostalgia, escapista par excellence, doente de saudades, amante del spleen, martyr of Modernity.... espejo de tantos que habríamos de llegar después de él:
"Sancho amigo, has de saber que yo nací por querer del cielo en esta nuestra edad de hierro para resucitar en ella la del oro, o la dorada como suele llamarse. Yo soy aquel para quien están guardados los peligros, las grandes hazañas, los valerosos hechos" (I, Cap. 20).

sábado, julho 08, 2006

O regresso

Ontem voltei para o Austin. Viagem longa demais. Acordar cedo (quase às cinco horas... Nossa!), arrumar os últimos detalhes, (sempre esqueço algo!), revisar as malas e o mais difícil sempre: dizer adeus. Doeu-me muito deixar mamãe sozinha agora que a minha irmã foi estudar no Canadá. Tomara que possa dar um pulo no mês que vem -uma o duas semanas- para acompanhar ela e papai também. Vou torcer pela oportunidade!
Por cá tudo bem. Estava com verdadeira vontade de comida vegetariana. No México é bem difícil encontrar alguns ingredientes, mas existe nos Estados Unidos e também no Austin -graças a Deus- o Whole Foods Market que embora caro, a qualidade dos seus produtos é insuperável, né?... Então tá, seguirei gastando meus milhões ali!
Ontem jantei com a Belinda num restaurante muito chique de sublime cardanápio. Se chama South Congress Cafe. Adorei! A comida foi gostossísima (pedi Angel Hair Salsa Fresca mmmmm) e a pinga foi ótima: pude beber meu tão desejado mojito cubano! Além disso, meus olhos também desfrutaram, pois os garçons não eram pouco gatões.
Hoje pude correr novamente no parque. Sintia muito a falta dele lá no México. Em fim, uma hora de dores e satisfação física e mental com a Madonna como música de fundo. Amo Get Together... Agora que voltei comprendi quão importante é correr na minha vida. Agradeço poder fazê-lo. Só precisei da chuva para ter uma corrida perfeita! Muitas nuvens, muitas promessas, mais preces...
If it's bitter at the start, then it's sweeter in the end...

quinta-feira, junho 29, 2006

"Las meninas :: versión Reynosa on the verge of Apocalypse"

De la versión de la versión...


Recuerdo haberle leído hace algunos años a Michel Foucault un ensayo de interpretación sobre el que es -quizá- el cuadro más conocido de Diego de Velázquez: "Las meninas" (1656). El texto aparecía en su libro The Order of Things y en él, Foucault destacaba el carácter crítico que el cuadro de Velázquez detentaba frente al pretendido poder de representación de la pintura para confirmar visualmente un orden objetivo. Velázquez se adelantaba a su tiempo. Con "Las meninas" estaba introduciendo grandes incertidumbres en la representación visual en una época en que la imagen y las pinturas eran vistas como confiables ventanas al mundo.
En "Las meninas" asistimos al fenómeno de la reciprocidad de la mirada. - ¿Quién es el objeto visto y quien es el sujeto que observa?- parecería retarnos Velázquez a través de su composición. Más aún, ¿dónde está el cuadro que, como observadores, esperamos encontrar? ¿Es el cuadro el proceso mismo de su elaboración? ¿O nos encontramos frente a la imposibilidad de admirarlo ya que se encuentra de espaldas a nosotros como puede verse adentro de la pintura? ¿O tal vez los únicos que pueden observar dicha pintura son los seres que permanecen de pie del otro lado del óleo? ¿Somos nosotros, entonces, los retratados? Ni Velázquez, ni la infanta Margarita, ni sus meninas (damas de honor), ni los reyes Felipe IV o María Ana de Austria podrían decírnoslo.
301 años después, en 1957, Pablo Picasso nos entregaría su versión cubista de "Las meninas"...

Sin embargo, la última versión -por lo menos la más reciente- vendría a figurarse 49 años después en circunstancias bastante especiales. Ocurrió durante un sábadomingo de juerga en la zona del hemisferio occidental donde el primer y el tercer mundo convergen y se enfrentan. Reynosa, Tamaulipas, México. ¿El lugar? La Jarra Bar, altos que son el punto de encuentro de lo más selecto de la flora y fauna del área: mayates, chichífos, vestidas, machorras, jotas down to earth, maricas fresas wannabes, "curiosos" y todas las demás categorías proteicas...

No se trata de una acuarela, ni de un óleo, sino de una instantánea tomada gracias a la posibilidades de la tecnología celular por un artista (Mr. Óscar Reyes), a quien podemos ver al fondo, gracias a su reflejo en el espejo. No lleva pincel en la mano, sino su celular en el momento de dar el click definitivo. La luz en su rostro no tiene pretensiones mágico realistas, es consecuencia directa de la iluminación del móvil sobre su cara... ¿Quién figura su lado? Su identidad es más que obvia (ya adivinaron, ¿no?). Es quien-ya-saben en el momento en que ayudaba a una botella de cerveza a verter su contenido en su propia garganta...

Nada surrealista el cuadro. Es tremendista y hace uso de la estética del sepia vehemente. No hay ninguna infanta al centro de la composición, sino una vestida con las nalgas henchidas de silicón y en forma de corazón. Todo ello preséntase enfundado en un pantalón negro transparente, a través de cuyas gracias podemos admirar una contundente tanga roja. Las manos que la sujetan son las de un lavacoches bugoide que en su supuesta ebriedad se la fajaba sin contemplaciones. La escena es, pues, sublimemente minimalista, pero a la vez barroca, terrible, pero a la vez, hermosa. Se escapan los adjetivos; se quedan cortos...


¿Quién, qué versión podría superar a "Las meninas :: versión Reynosa on the verge of Apocalypse"?

El reto está en el aire...

terça-feira, junho 27, 2006

Monterrey, reborn


Es mi último martes en Monterrey y mi última semana completa también. ¡Cuán diferentes han sido las cosas de como fueron pensadas/soñadas por mí allá en la distancia de Austin! Agradezco que hayan sido así. Lo he pasado increíble con mis amigos. Mis estudiantes han sido una grata sorpresa. Los voy a echar de menos a todos. Mucho a mi Cerro de La Silla, por supuesto.
Sin embargo, ya sea porque convivimos más, ya sea por nuestras afinidades, extrañaré mucho a Adrián. Nuestras charlas, las comidas juntos, nuestras complicidades, todo eso que allá será difícil de sustituir por medio de nuestras conversaciones por el MSN.
Este verano me ha regalado -sí- cicatrices de las que aprendí mucho, pero sobretodo, la posibilidad de volver a hacer de Monterrey un lugar con recuerdos vivos; no es más un espacio para el déjàvu, ni mucho menos para los espejismos o las infatuaciones.
Monterrey está de regreso en mi presente.
¡Hasta siempre!

domingo, junho 25, 2006

Rompecabezas


Al principio de la vida -siempre lo he visto así- se nos entrega un rompecabezas completamente armado, pero en blanco; sin paisaje o figura algunos. Entonces, nosotros, a medida que caminamos, que vamos viviendo, dejamos una piececita aquí, otra allá mientras dotamos a cada una de ellas de una pequeña imagen, de un atisbo de luz, de pinceladas de un nuevo color que las hace especiales y significativas frente a las demás.Al final de la vida, habremos repartido todo el rompecabezas. No quedará ninguna pieza en nuestras manos; sin embargo, tendremos la absoluta certeza de los lugares en los cuales hemos dejado pieza a pieza nuestro rompecabezas. Estarán en lugares y con personas con quienes decidimos establecer vínculos afectivos estrechos. Es decir, nuestros amigos. El amor y el deseo quizá se terminen; la amistad, nunca. Siempre hay posibilidades infinitas de renovarla, de recrearla...
Así, en nuestra vejez podremos observar lo que somos rearmando de nuevo ese rompecabezas en nuestra memoria. Su imagen será, entonces, nuestro rostro; lo que hemos sido en función de lo que hemos apreciado, de a quienes hemos querido...En mis 25 años ya he entregado piezas de mi rompecabezas en Monclova, en Monterrey, en León, en Las Cruces, en Boulder y en Austin. Este fin de semana dejé una pieza de mi puzzle en el Valle de Texas: Reynosa-McAllen-Hidalgo con mi amigo Óscar, el "grosseiro mordaz", para que lo sepa en portugués. Agradezco todas sus atenciones, las de su familia, sus amigos y el resto de la comitiva que acompañó mi errancia este fin de semana maravilloso.

quarta-feira, junho 21, 2006

El trompo

7:25 p.m. Amira, Nina y yo nos despedimos en la esquina de Garza Sada y Luis Elizondo, frente al VIPS. Besos, abrazos y, entonces, ellas deciden pasarse sus teléfonos de allá, de EE.UU., donde todos vivimos. Mientras tanto, yo observo al tráfico acontecer por ambas avenidas. De repente, escuchamos aproximarse un llanto de neumáticos sobre el pavimento. Buscamos el vehículo desconcertados. Pupilas dilatadas, corazones como esponjas bajo el agua. Todo ocurre en cuestión de segundos.
Y, entonces, aparece. Está allí. A unos metros de nosotros un coche bailando como trompo; apuntándonos. No pensé en nada. El chirriar de las llantas es tiempo y es espacio. Estrecho mis piernas al concreto de los jardineros. Nina cubre a Amira. Me tapo los oídos...
El conductor se hace del control del coche y logra reivindicar su trayectoria. Todo a nuestro alrededor se ha detenido. Huye y yo siento mi vida más efímera que nunca. El trompo parecía habernos elegido pero su punta desoladora se ha apartado.
Apuntará más tarde, estoy seguro. Llegará la muerte, sí, pero no ahora, por favor, no ahora...

terça-feira, junho 20, 2006

Convalesciente

- Órale, órale, putos, ¿qué se traen contra mí, montoneros?
- ...
- ¿Por qué yo? ¿Por qué nomás conmigo siempre?
- ...
- Pinches culeros. Me cae que de ésta no paso...

Bueno, más o menos, ése era yo luchando contra los virus de la gripe que, finalmente, acabaron por noquearme todo el fin de semana. Afortunadamente, estaba ya en casa cuando se suscitó mi derrota ante las huestes virales. Mamá, papá y Gaby estuvieron pendientes de mí: comida especial, compañía, conversaciones, mucho cariño... Lo agradecí mucho. Y, a pesar de que yo había planeado un fin de semana distinto por aquello de que el domingo íbamos a celebrar a papá, mi larga sinfonía de estornudos no evitó aún así que el día del padre fuera muy emotivo para él.
Mientras Monclova se deshacía cuasiliteralmente en medio de temperaturas obscenas, mi hermana se fue al Blockbuster y me llevó películas para que me quedase en la cama mientras ellos estaban en el negocio por las tardes. Así, desfilaron frente a mis ojos llorosos y mi nariz colorada, Pride & Prejudice, Last life in the Universe, Before Sunset y The Notebook. Me hizo gracia y me dio ternura la selección de películas que hizo mi hermana para mí. Realmente fue una buena selección. Last life in the universe fue una grata sorpresa. Es tailandesa. ¡Otro rollo! La vería de nuevo, sin duda.
¡Es martes ya! Puedo respirar mejor, los estornudos me abundan y la tos comienza a aparecer, peeeero ya estoy mejor... Por lo menos, de pie, convalesciente...

segunda-feira, junho 19, 2006

Monterrey at midnight

El jueves estuve en el puente atirantado. Lo había visto en fotos y pasando por aquella zona. Sin embargo, no me había detenido jamás para conocerlo. Fue una experiencia reconfortante. Después de comerme la primera memela de mi vida (un sope oaxaqueño tamaño Brodignac) en un restaurancito del Barrio Antiguo, nos pusimos el Sergio y yo a deambular, mientras charlábamos, por una Macroplaza íntima: completamente vacía, silenciosa y en penumbras. Entonces, se nos ocurrió ir al puente atirantado teniendo como fondo esas canciones en inglés donde nuestro gusto coincide. Fue increíble descubrir que era posible estacionarse en la orillita del puente y, desde allí, ponerse a observar el panorama. Así lo hicimos. Yo me senté de tal forma que mis piernas estaban a poca distacia del vacío. Entonces, entre los cigarros de Sergio, la música cumbianchera/texmex de la pareja del taxi estacionada detrás de nosotros, nuestra conversación se extendió hasta la una. Abajo de nosotros el cauce seco del río Santa Catarina fue un pretexto para acordarnos de nuestro río fantasma; del río Monclova. Curiosamente, en Monclova, Sergio vive de un lado del río; yo, del otro.
Volvimos con Mecano de fondo. Olvidé mis llaves en su coche...

segunda-feira, junho 12, 2006

Viaje al centro

Fin de semana con viaje al sur; es decir, viaje al centro, a San Luis Potosí.
El impulso de una idea alocada. El recuerdo de una vieja invitación.
La mochila improvisada como maleta. Hacerle lugar a Garcilaso.
La emoción a la llegada a la central de autobuses.
Pedir mi boleto de estudiante y sorprenderme al recibirlo.
Viajar por la tarde en asiento al lado de la ventana.
Llegar por la noche. Saber que te esperan.
Y después experimentar un fin de semana exquisito, incluso con toques nacionalistas viendo de manera oblicua [¡oh, contrapicado glorioso!] el mundial de fútbol.
Fin de semana de celebración, de regodeo, de victorias.
Viaje al centro...

sexta-feira, junho 09, 2006

Monterrey at dawn

- Allá en su altura, ¿lo habías notado?, el cerro no es silla, se sueña cuna.
- Entonces ¿duermes?
- Monterrey es ahora un gran déjàvu.
- ¡¿Y el coco?!
- No hay. Sólo el presente que anda travistiéndose.
- Shhhhh!!! Can you hear the lullaby?
- ¿Cuál?
- Ésa. Te quiere despertar. Escúchala.
- Quero, é. Posso acordar, então?
- Days break early in Summer. Wake up!
- What does that cradle song say?
- ¡Escucha!

[Antonio Carlos Jobim - Vinícius de Moraes performing "Chega de saudades"]

domingo, junho 04, 2006

Tu nombre

¿Serás tú, acaso? Yo siempre he esperado...
Las letras de tu nombre resonaron en mi cabeza por primera vez no hace muchos días. Y aún hoy soy feliz rememorando la combinación de ellas formando tu nombre.
¿Qué nos esperará ahora que estemos juntos, ahora que esté en ti?
...........C-a-l-i-f-o-r-n-i-a......................
¿Será tu melodía el son de mi felicidad?
Te espero, California.
Ya te sueño, Davis...

quarta-feira, maio 31, 2006

Guardar cama

[El camino hacia la cama ha sido largo hoy...]
Tímidas; lejos, a veces cerca unas de otras, yacen mis cosas en el suelo, contemplando ruborizadas el espacio a domesticar.
Pero la cama es mía ya. ¿La cama? Sí. La cama, ama, emana, llama, trama, brama, grama, lama, nana, rama... ¿anagrama? ¡Sí! Anagrama clandestino del paraíso, duna donde los cuerpos discurren en trazos irrepetibles la cábala suprema de nuestras pequeñas muertes...
¡Oh lecho, mesa, altar, cuartel, escritorio, hoja, laboratorio, telestransportador, diario, nodriza, testigo, mandala contra el 2...!

[Ya divago,
alucino...

Me voy a dormir...]

Ó cama, ó berço da orfandade, verso branco/pé quebrado da minha solidão...

[El cerro contemplándome por la ventana y la velocidad de los coches en la avenida ejecutando insuperable lullaby....]

Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

segunda-feira, maio 29, 2006

Tonight

Monterrey. Tonight. Sing that lullaby again...

sexta-feira, maio 19, 2006

El día de hoy

Hoy, la casualidad me hizo toparme con un vendedor de yukis y me pude tomar uno de vainilla, bajo un solazo de 45 grados.
Vaya placer, vaya madalena-prousteana...

Monclova...

El calor espiando, el sabor del hollín de Altos Hornos en el paladar, el polvo por todos lados, las sombritas huyendo. Modestia y planitud en el paisaje. Ruinas, muchas veces. Es mi ciudad y me siento a gusto en ella; es mi casa...
Sus montañas imponentes y calvas me hacen recuperar la seguridad de tener un centinela. Esa seguridad que ni la verdura, ni los numerosos ríos, ni la fertilidad de los valles texanos me provocan. No siento, aquí, el desamparo, aunque el semidesierto sea desamparo mismo...
Y, por la noche, ese rito añorado tantas veces a la distancia en un departamento-del-primer-piso-en-una-área-residencial-del-mundo-civilizado; vestigios de mi barbarie en los que me regodeo. Despreciando, así, la comodidad de los baños de mi casa, opto por bañarme a jicarazos en la pila del patio por la noche, mientras sopla el viento, ni caliente ni fresco, del semidesierto... Adivino noche estrellada; no puedo verla.
Es mi casa, es Monclova, estoy aquí...

sexta-feira, maio 12, 2006

Fernando, pater putativus meus

"Equivocar el camino
es llegar a la nieve"
- Federico García Lorca


De silencio, voluptuoso, la nieve, solitario, antes filántropo si no suicida dromedario, de ti, vistiendo, al oasis, castas mis huellas, tras embestirlo, agonizante, me entregó....
....y así tan de Huidobro, así tan gongorina leo mi llegada aquel invierno de 2003.
Dante-sin-memoria, Dante-sin-Beatrice fui guiado por tu sabiduría sensible en los recintos de la vida y la poesía y, allí, en la fuente Castalia, en el Parnaso mismo, me hiciste conocer la sed definitiva por las palabras, por la armonía.
Soledades y paracaídas forjaron un aleph que hoy yo, desde lejos, celebro y rememoro; indestructible Piedra de sol donde nuestras almas se habrán de encontrar una noche, una noche boca arriba.
Equivocar el camino no es llegar a la nieve, equivocar el camino sería llegar a ella y no haberte encontrado...

quarta-feira, maio 10, 2006

Green Hitherto, Manifesto [English]

¿y qué es lo que vas a decir?
voy a decir solamente algo
¿y qué es lo que vas a hacer?
voy a ocultarme en el lenguaje
¿y por qué?
tengo miedo
- Alejandra Pizarnik


I have been lying on this silent rug of sadness for so many days, hitherto. Looking for reasons to make her worth it, to read her company understandable, to -by means of her- forge any shield against outside batterings, I allowed my Weakness grow until it reached the very pinnacle of my desires' sphere, and I witnessed -tearfully- that turbid moment when she, assisted by me, chained them all, shouting how ordinary they were; condemning them to orphanhood.
Once I gave up before her, she took me into the air to plow the veils of the Sublime and Ethereal, but even as I moistened my lips in ambrosy and rejoiced my tongue in nectar, I was still dissatisfied remembering the modest but intense flavors I barely sniffed that short time I had spent living amongst them -the rest, as she calls them- from whom she always tried to differentiate me.
After having fitted myself, my existence, in hurtful allegories, she lead me towards Hesperides-alike-regions where I could have been fortunate, but my heart remained beating as a human's, dreaming as a human's... My blood was still gallopping sturdly...
Once I had lost every opportunity to ticken my skin, because her zealously desire to make me well almost mummified me -hopes were all famished and ambitions were fading abulic-, I could hardly survive the Insanity-Stricken-Sun-of-Nowadays without her narcisistic cage of mirrors, although I was already becoming invisible...
But, then, I decided not to escape life by daydreaming on ideals, not to fear death and ugliness and, thus, welcomed scarves and scrapings by living in the mud... I am back, I am here!
I have been lying on you for so many days, on my tears... I let you soften, almost tame my fierce and anger, I permitted you to sedate my tongue with English and snow. Sleep tight, sleep tight, she used to calm me down, while the laudanum's smell tried to assassinate in me in any sign of resistence........................................................................¡NUNCA MÁS!

quarta-feira, maio 03, 2006

El regreso

Reconozco las señales que queman, me encandila la imposibilidad por todos lados. Y sí. Ya es hora de irse a casa, de guardar las maltrechas alas, secarse una que otra lágrima que quedó por allí, abandonar ese otro Sol, y soñar, entonces, -mientras muevo la meta un poco más hacia adelante-, que aún es posible alcanzar los sueños.
Poco a poco te desvaneces como la cera de mis alas...
Voy cayendo en el mar, asido a mi soledad....
Ya es hora, ya es hora de volver a casa...
¡Oh, Creta, oh laberinto, no soy Ícaro, sino tu Minotauro!
Recíbeme, escóndeme en tus muros...

terça-feira, maio 02, 2006

La lluvia

Primero los presagios de su venida y después su llegada avasallante. Es la lluvia...
Aunque había pronósticos y señales en el cielo para quienes saben leerlas (cada vez más pocos, por cierto), siempre me toma por sorpresa.
Nacido y criado en el desierto, para mí la lluvia es siempre profundo motivo de regocijo. Los relámpagos y los truenos comenzaron mientras venía a casa en el autobús. Me tocó sentarme al lado de la ventana, así es que pude presenciar con holgura el panorama de su visita.
Cuando me bajé en la bus stop que está frente a mi casa, reparé en que todos corrían para guarecerse del agua, mientras yo dejaba que me mojase. En momentos como ése advierto mi esencialidad desértica. La verdad es que mejor cosa que ver llover es sentir llover en/desde el propio cuerpo. Quizá por eso, siempre termino perdiendo los paraguas que compro.
Recuerdo aquellos días de la infancia en que mi tía Ana sacaba sus ranitas de barro para llamar a la lluvia o cuando danzando todos alrededor de la estatuita de Tláloc (que ella guardaba en el cuartito de los triques ubicado en el jardín de casa de mi abuelita Popa) suplicábamos al señor del Tlalocan que hiciese descender sus dones sobre ese pedazo de Aridoamérica en el cual crecí.
Asombrosamente, siempre llovía...

Ahora, aquí, Austin bajo la lluvia...y yo, yo soñando...

domingo, abril 30, 2006

Esos pequeños grandes placeres...

He aquí algunos de ellos:

La sensación de cansancio que experimento después de correr. Algo que media entre el ahogo, el calor y el dolor.
Estirarse las piernas después del ejercicio.
Los calambres en mi abdomen después de treinta y tres abdominales seguidos.
Beber un vaso de agua después de hacer una hora de ejercicio.
Darle tragos a un vaso de agua helada mientras mastico un chicle o chupo una tutsi-pop.
Acariciar con vehemencia a Kiyoshi mientras ronronea.
Orinar sobre la nieve por la noche.
Ver nevar desde la ventana, a media tarde, en Boulder.
La lluvia en Austin.
Mi casa en Monclova.
Meter mis manos debajo de la almohada y sentir que está helada.
Pasear mis pies entre las sábanas y sentir cuán frías están.
Andar en ropa interior y descalzo por mi departamento los días de verano.
Dejar el betún del pastel hasta el final, hasta después de acabarme el resto del pan en la rebanada.
Chuparme los dedos llenos de chocolate.
El sabor de la Snickers Ice Cream Bar.
La capirotada de mi abuelita acompañada con helado de crema de vainilla de la heladería de mi abuelito.
Las tortillas de harina (hechas con Harina Lista), recién hechas por mi mamá, con mantequilla Gloria.
Ir al cine por la noche.
Tomarte de la mano -a escondidas- en el cine.
Las palomitas con salsa Valentina.
Los yuquis de limón o de vainilla afuera del colegio.
Los abrazos, los besos, los cariños de mi mamá.
Las frasecitas ingeniosas de mi mamá.
Bañarme con la manguera en el patio de mi casa en el verano con sol y aire fresco.
El Incredible Grilled Eggplant Sandwich de The Cheesecake Factory los domingos por la tarde al lado de una buena compañía.
La Freshie Pizza con parmesano al centro y miel natural de abeja en los bordes de The Sink en Boulder.
La música norteña en la troca de mi papá.
La sopa de pollo de Elizabeth.
El mojito cubano de Rhumba en Boulder.
La raspberry beer de Mountain Sun en Boulder.
Las margaritas del Randie en su casa en Boulder.
La cerveza Lambic de frambuesa.
Mi cama en Monclova.
La salsa de tomatillos silvestres de Mexticacán.
El queso fresco de Mexticacán sobre los frijoles refritos.
Las tostadas en las kermeses de la Iglesia de Santiago Apóstol y en la Ermita de Nuestra Señora de Zapopan en Monclova.
Las granadas de casa de mi abuelita Popa en Monclova.
Viajar en autobús de pasajeros en México y estar en el asiento al lado de la ventana.
Pronunciar palabras altamente nasales en portugués.
El primer capítulo de Noticias del Imperio.
Escuchar la palabra literature pronunciada por un English Native Speaker.
Los diminutivos de mi abuelita.
Hacerle cariños a Bobby, el perrito de mi abuelita.
Dejarme morder por Bobby.
Aterrizar en Denver.
Los dominicanismos en boca de Elizabeth.
Las conversaciones con Fernando en su coche.
Ver a Elizabeth comiendo comida mexicana y enchilarse.
Las gorditas de queso, nopales y rajas con queso de San Pancho, Aguascalientes.
Ver el Cerro de la Silla en Monterrey.
Escuchar y ver a mi hermana tronando los dedos.
Mover los pies en la cama hasta quedarme dormido.
Cocinar.
Escuchar a mi papá decir queso.
El sabor de las aceitunas Kalamata.
El chai de Starbucks.
Las "gringas" y los tacos de trompo en Tacos Vitali en Monclova.
Dormir la siesta con la ventana abierta mientras cae el sol y sopla el viento fresco.
Despertarme a media noche y temblar de frío y después taparme.
Aplaudir con Gaby.
Despertar a media noche a causa de una fuerte tormenta e imaginar que estás conmigo y que me abrazas.
Ser tu antropófago.
El momento en que timbra mi celular y me sorprende ver que eres tú quien me llama.
Los días fríos, nublados y lluviosos.
El instante en que se me sale el corazón cuando voy a contestarte el teléfono o a saludarte.
Declinar con éxito hic, haec, hoc.
Leer y entender a Góngora y a Sor Juana.
Pesarme y descubrir que aún le simpatizo a la báscula.
Ponerme crema en los pies.
La primera página de El arco y la lira.
Ver andar de prisa al profesor Baena.
Cortar champiñones.
La risa de mi hermana.
El corrido de Monterrey con mariachi.
Las narices de hombres judíos guapos.
Escuchar a mi tía Yola echando maldiciones.
Oír a los árabes hablando en inglés.
El himno nacional.
Escribir...
Los geranios.
Volver cantada por Calamaro.
Las canciones de Mecano.
Conjugar en subjuntivo posible el nosotros.
Llamarte "bonito".
Verte conducir.
Verte dormir.
Escucharte respirar mientras duermes.
Tu olor.
Estar a tu lado...

...etcétera...

sábado, abril 22, 2006

De adventō sorore meā

A los tres años y medio de ser tres y estar viviendo juntos, llegaste tú y, entonces, comenzamos a ser cuatro. Era 1984... año de buenos augurios e indicios afortunados...
Recuerdo cuando me dijeron que vendrías. El mundo en el que jugaba dejó de tener el hálito de novedad y curiosidad que lo revestía y le cedió el paso a la promesa de ti. Mis juguetes, en especial el payasito de color café y amarillo, con el que solía jugar cuando me bañaba mi mamá -mientras yo le suplicaba lloroso que champú no, champú no- terminó por quedarse abandonado en el baño. Ya ni su nombre recuerdo... Entonces, todo fue prepararse para tu llegada. Empezaste a ser la esperanza de una presencia en mis juegos, hasta ese momento, solitarios. Me ponía a imaginar que cuando llegases podría jugar contigo cerca de las macetas -donde tan cuidadosamente jugaba sin ensuciarme-, que compartiríamos mis colores y las páginas de los libros de iluminar que tanto me gustaban o que te sentarías conmigo en la banquita del despacho de la paletería a comerte una paleta de món, que aún ahora me fascinan.
El día decisivo llegó. Lo recuerdo perfectamente. Puedo vernos a los tres a bordo de la camioneta dorada de mi papá que -cosa extraña en él- no estaba nada nervioso ese día. Bueno, en realidad, ya íbamos los cuatro, pero yo a ti no podía verte. En realidad, nadie podía hacerlo, pero yo tenía la sensación de ser el único al que no le quedaba claro como serías. Sí, sí, por supuesto, sabía que te movías de vez en cuando -y lo sentía con ecos y cosquillitas en mi pecho cada vez que ponía mi mano en el vientre de mi mamá-, pero no podía verte...
Mientras papá manejaba, mi mamá iba de lo más tranquila en el asiento del copiloto. Yo me había pasado a la parte de atrás de la troca, como adivinando ya el lugar que iba a ocupar en ella desde el momento en que te nos unieses. Ustedes tres adelante y yo atrás. Yo venía, pues, saltando, contento, haciendo ruido y -seguramente- venía aplaudiendo: ese pequeño defectito que te contagié cuando empezaste (probablemente por influjo mío) a tortear tus manitas y, gracias a la maestría alcanzada en él por ambos, desafiábamos y aún hoy desafiamos a cualquier multitud aplaudiente.
Por fin llegamos a la Clínica San Martín. Mami bajo por su propio pie y así -valiente como ha sido ella siempre- entro sola al hospital, mientras papá y yo buscábamos estacionamiento cerca de la casa de mi abuelita Popa, que no vivía nada lejos de la clínica y con quien habría de dejarme mientras tú te decidías a darnos la carita.
¿Te confieso algo? También recuerdo lo que yo llevaba puesto ese día. Un trajecito azul con letras redondas que decía ROLLER. El mismito con el que estoy retratado en esa foto que me tomaron en la primera casa que tuvimos, con todo y mi cabeza enorme, mis ojos tristes y ese gesto de travieso que tuve siempre... ¿Quieres saber otra cosa? Ese traje era mi favorito. Le había pedido a mamá que me lo pusiera ese día, como presintiendo que sería un día especial, como lo eran entonces los domingos, cuando aún me gustaban...
Honestamente, no recuerdo nada de lo que paso entre el instante en que me dejó mi papá en casa de mi abuelita y el momento en que entré a la habitación de la clínica y te vi y me viste por primera vez. Seguramente mi tía Ana se hizo cargo de mí y me llevó a hojear libros y a contarme historias, mientras mi abuelita Popa, sentada -tal y como la recuerdo siempre- en aquella mesa redonda de la cocina hacía tortillas de harina y otros quehaceres domésticos que siempre parecían ser placenteros en ella. Siempre cantaba. Me gustaba sentarme a la mesa y verla y hablar. Abría el botecito transparente con tapa verde -donde guardaba las galletas- y era de ley que me sorprendiese con un sabor y variedad diferente de galletas: frente a mis ojos y por mi boca desfilaban, así, hawaianas, barritas de coco, animalitos, morelianas, polvorones... todo el surtido rico, cuyos sabores convoca ahora instantes de aquella infancia lejana. Y luego, entonces, me daba limonada (la mejor que he probado y que nunca más beberé ahora que ella se ha ido) y me hacía mi taco de aguacate. ¿Cómo no recordar con ternura, güelita, que mientras más viejita te ponías más duras y más ricas te salían las tortillas y la limonada?
Lo más seguro es que esa tarde yo haya tomado mucha limonada y que me haya dejado consentir por mi abuelita y mi tía Ana, antes de ir a conocerte. Vendría, tal vez, mi papá por mí para ir a la clínica. No sé, no me acuerdo en qué pensaba mientras caminaba al hospital desde casa de mi abuelita. Probablemente en nada. Eso sí, estaba muy emocionado. Debió pacerme un tramo larguísimo, el que caminamos papá y yo a la clínica, aunque ésta no distaba más que una cuadra. Era la tarde soleada de un domingo veintidós de abril y hacía calor. Ese fue el día que escogiste, Gaby, para volvernos cuatro y volvernos plenos. Entré a la habitación. Había llegado el momento. Papá me cargó porque esa era la única manera de alcanzar a mi mami y darle un beso. No pude abrazarla como quería, solo pude rodear su cuello. Estaba muy bien, aunque parecía muy cansada, pero sonreía. Estaba feliz ¿Qué mejor regalo que la sonrisa de mi mamá?
Y estabas allí... yo, quizá, te imaginaba de muchas maneras, pero todas ellas desaparecieron en el momento en que nos conocimos: chiquita, rojita, delicada y blanca. ¡Tanto así que mi papá te podía cargar en una mano! Fue el quien te acercó a mí y yo te di un besito en la frente y me sentí feliz porque al fin te conocía. ¿Has visto las fotos de ese día? Son las primeras en las que comenzamos a ser cuatro. Dejé de ser hijo único con todo el gusto del mundo y comencé a ser tu hermano, el hermano de Gaby.
...Me duele no estar contigo y celebrar tu cumpleaños ahora, allí, a tu lado, pero ¿sabes? vendrán tiempos, hermanita, en que todos volvamos a sumar cuatro en el mismo lugar y al mismo tiempo y ya nunca más en la distancia y en los recuerdos.
Gracias por llegar a nuestras vidas, por hacernos cuatro, por hacernos plenos...
¡Te extraño, te quiero mucho!

domingo, abril 16, 2006

Los geranios

-Nacimos muy tarde- me dice Elizabeth intentando reconfortarme.
-Quizá...-le digo, aún sabiendo que no es del todo cierto en mi caso el rezago romántico que representa mi vida. Y no es porque quiera mentirle a ella que es mi mejor amiga, que me conoce, que me escucha siempre...
Sí, la verdad es que me consolaría saber que existe una razón que me explicase el rumbo que tomaron las cosas. El haber nacido tarde no las aclara satisfactoriamente. No es que Elizabeth se equivoque, todo es cuestión de cariño. Me quiere mucho y por eso mismo me insta a leer los acontecimientos así, por que ella, en el fondo, sabe que hay una explicación triste y desesperanzadora detrás de todo...

Abrí los ojos a las seis, sediento y con tristura. Acabábamos de estar juntos también en mi sueño. Trajinar a la cocina entre titubeos e intentos de estabilización fue todo uno a la vez. Después estaba colmando la sed frente a la ventana. El cielo entre día y noche; yo y lo nuestro, entre las esperanzas y el desahucio. Entonces recordé tus palabras: las de la noche y las del sueño. Ya no pude llorar. Deseé que se fundiesen, que fuesen todas de la misma naturaleza, sólo unas, las de la noche y las del sueño, sólo unas: tus palabras...

Primero son las pruebas, después vienen los geranios: las cosas bonitas, el cariño, las caricias...

Decidí dormir para encontrarte de nuevo allí, para estar contigo y buscar los geranios. Ya no fue posible... De rato, descubrí que eran casi las diez y no necesitaba más de la cama...

Me asomo a la ventana y avizoro un día calcinante: el sol, la poca sombra, el calor. Todo se confabula contra los geranios...

Primero son las pruebas, después vienen los geranios: las cosas bonitas, el cariño, las caricias...
¿Qué será de sus semillas?
Te extraño...

sexta-feira, abril 14, 2006

El episodio perdido

Me intriga imaginar a un Clemente de Roma, a un San Ignacio de Antioquía, a un Papías de Hierápolis, a un San Policarpo de Esmirna, a un San Ambrosio, a un San Agustín de Hipona, a un San Jerónimo, a un San Gregorio Magno o a cualquier otro de los padres de la Iglesia decidiendo qué textos entrarían en lo que hoy conocemos como Biblia. Los imagino solitarios, graves, meditabundos, preocupados, reflexionando con meticuloso esmero las resonancias que tendrían sus decisiones en una frágil comunidad cristiana que, echando sus cimientos sobre la sangre y el testimonio de fe de algunos cuantos, aún peligraba ante el influjo seductor de las gentilidades grecorromana y orientales.
Y, entonces, pienso en todos aquellos escritos que se quedaron en el camino, en todos esos textos que fueron o devorados por las llamas enemigas de la herejía o simplemente terminaron archivados en los sitios más inverosímiles por las manos de quienes consideraron esencial salvarlos -por una u otra razón- de la destrucción y el consiguiente mutismo en el que centenares de testimonios caían.
Incluso en los textos que fueron aprobados como verdaderas revelaciones divinas por los Padres de la Iglesia –como los cuatro evangelios que componen "nuestro" Nuevo Testamento– ¿cuántos pasajes no habrán sido recortados? ¿cuántos más habrán necesitado de la iluminación de su entendimiento (el de los padres de la Iglesia) para ser lo suficientemente claros y mantenerse en la versión final de los textos?
Seguramente entre los muchos episodios obviados estaba ése en especial. Ese pasaje que, a pesar de ser tan espinoso como lo era el de María de Magdala, suscitaría –quizá pensaron los padres de la Iglesia– lecturas tan escandalosas que contravendrían la ortodoxia moral y la distancia tajante frente a las costumbres réprobas que los primeros cristianos querían establecer como rasgos distintivos de su culto frente a la licenciosidad de costumbres que cundía en las sociedades mediterráneas en la era de la Pax Romana. El episodio de María de Magdala podría interpretarse de manera alegórica para suavizar, así, su carga transgresora, pero... ¿y ese otro? ¿qué hacer con él? ¿dónde ponerlo? ¿cómo leerlo? ¿debería permanecer en el corpus del Libro Sagrado o era un ripio del cual había que desafanarse? El pasaje no sólo era problemático por la situación que planteaba, sino que, a la vez, gracias a él entraban al primer plano de la vida de Jesús (es decir, al círculo de sus seguidores más cercanos) dos hombres con una relación sumamente incómoda. ¿Qué habían de hacer los padres de la Iglesia? El fragmento se había convertido en un verdadero dolor de cabeza. Resistía todo intento hermenéutico para desdibujar su repercusiones revolucionarias. En fin, quizá pensaron que no tenían más remedio que prescindir de él.
¿Qué episodio era aquél? Esencialmente uno que materializaba aquella enseñanza de Jesús que luego San Pablo transmitiría a los cristianos de una ciudad griega en su Primera Epístola a los Corintios de la siguiente manera: “si no tengo amor, no soy nada […] Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada […] El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.” (1ª Corintios 13:1-9). Allí, todo gira en torno a la primacía del amor y hay que notar que en ningún momento se lo concibe como un sentimiento que tenga que delimitarse o definirse como privilegio de algunos . No se entiende, allí, por amor esa concepción exclusivista que lo restringe a “lo que se da entre un hombre y una mujer con el fin de la procreación”. San Pablo -glosando las enseñanzas de Jesús- habla del amor como el estado ideal del ser humano, como el estado de bienestar, gracia y perfección al que debe aspirar el hombre sin importar accidente alguno de género.
Por eso, me pongo a pensar cuáles serían las circunstancias y los detalles del encuentro entre Jesús y un hombre homosexual que los padres de la Iglesia se habrían encargado de desaparecer de los textos sagrados. ¿Sería un hombre joven o un viejo? ¿Cuáles serían los pormenores del incidente? ¿Estaría el hombre ese solo o al lado de su compañero? ¿Conocería a Jesús en un momento igualmente dramático como aquél en que Magdalena -a punto de perder la vida- lo conoció? Imposible saberlo.
A mí me gusta imaginar así ese episodio perdido, acallado ya para siempre... Es de noche en las afueras de Jerusalén. Jesús ha estado predicando todo el día. Está cansado. Se ha alejado un poco de sus apóstoles y ha entrado en un huerto para orar y hablar con Dios. Está a sólo días de su muerte. Entonces, mientras se encuentra orando al pie de una higuera, escucha no muy lejos oraciones ahogándose entre sollozos. Alguien pide perdón por algo que -Jesús cree oír-, la voz califica de terrible y única solución. Jesús apresura el paso. Corre siendo silencioso. La luna nueva aclara la silueta de trazos antes indecisos. Llega y descubre a un muchacho de casi veinte años intentando ahorcarse en un árbol de manzanas. Al verse cubierto por la mirada de Jesús, el joven desiste de quitarse la vida. Sin decir palabra alguna, Jesús lo abraza y logra reconfortarlo. El llanto cesa poco a poco para dar lugar a la calma más placentera. Se respira paz. Luego, Jesús escucha su historia. El joven iba a casarse al día siguiente con una mujer en un matrimonio concertado por su familia como dictaba la ley. Él no la amaba y tampoco se consideraba capaz de conocerla. Jesús le preguntó su nombre, comprendiéndolo todo.

- Meir -le dijo el joven, mientras se secaba las lágrimas que le humedecían el rostro.
- Como la luz, que evoca tu nombre*, Meir, no debes jamás apartarte de ella. La decisión que habías tomado iba a conducirte a la ceguera y Dios te ha conferido la misión a ti, como a todos los hombres, de ser luz para los otros.
- Amo a otro hombre, Señor y él a mí. No puedo casarme. No puedo, no quiero mentir. Barak también me ama, pero es contra la ley amar a un hombre en tanto hombre soy yo.
- Sé la luz de tu propia vida, Meir. Ve y aclara tu compromiso con la mujer a quien lograron comprometerte tus padres. No hay nada por encima del amor puro y verdadero. En tanto Meir tú eres luz y Barak es trueno** por lo mismo. Les pido que –juntos- con la luz e impetuosidad del trueno anuncien la venida de la nueva lluvia que hará dar frutos a la tierra entera; en todos los rincones del mundo, aún en los más agrestes. En verdad te digo, Meir, que no hay mejor discípulo mío que aquél que pregona el amor con el testimonio de su vida.

Meir regresa con Jesús al lugar donde acampaba con los apóstoles. Comparte la cena con ellos y se marcha iluminado a Jerusalén…
Días después, al lado de María –la madre de Jesús–, al de María de Magdala, y al de otros hermanos y hermanas de Jesús, Meir llorará junto a Barak al pie de la cruz por la muerte de Jesús. Se enterará días más tarde la buena nueva de la resurrección de Jesús por parte de los ángeles en el sepulcro. Luego, podrá verlo ya resucitado, como los otros apóstoles…

¿Habrá sido así el episodio que falta en "nuestra" Biblia? Quizá... Así me gusta imaginarlo... Para Jesús yo no sería un réprobo o un desviado. Él no me impediría la entrada en su casa –el espacio entre sus brazos-, ni descalificaría el sentimiento que siento por otro hombre considerándolo como una aberración, como un pecado contra natura como sí lo hacen aquellos que se dicen sus discípulos hoy en día.

Por mucho ahínco que un Clemente de Roma, un San Ignacio de Antioquía, un Papías de Hierápolis, un San Policarpo de Esmirna, un San Ambrosio, un San Agustín de Hipona, un San Jerónimo o un San Gregorio Magno pusiesen en enmendar y depurar la selección de textos que forman el Libro Sagrado, la palabra misma de Jesús sigue siendo inmune a dichas operaciones; las resiste y las dinamita, porque toda ella es un grito de amor y de libertad:

"El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.”

Jesús me comprendería. Sé que me comprende. Me ha comprendido siempre...



* Meir, en hebreo, significa "luz"
** Barak, en hebreo, significa "trueno"

domingo, abril 09, 2006

Jesús y su regalo

Han pasado poco más de dos mil años y su figura sigue siendo aún motivo de polémica y origen de disputas irresolvibles y no poco estériles, por no decir absurdas: que si fue el Mesías, que si fue hijo de Dios, que si fue el último profeta, que si fue un impostor, que si estuvo casado, que si su madre era virgen, que si en verdad resucitó, que si históricamente existió.
Lleguemos o no, algún día, a darle fin satisfactorio a tan enconadas/irrelevantes discusiones, lo innegable es que a causa de ese hombre -de quien sabemos poquísimo y a quien ciertos textos adjudican una modesta existencia de poco menos de siete lustros- cambió no sólo la manera en la cual contamos el tiempo (para hablar de la más superficial de las obviedades), sino que -indirectamente- en su nombre se habrían de emprender campañas que cambiarían el rostro del mundo y desembocarían en este estado de levedad que caracteriza a nuestra posmodernidad.
Sin embargo, a pesar de todo lo que se ha escrito sobre él y lo que se habrá de escribir, subyace en aquellos que sobre él escriben (como yo, ahora) la impotencia de alcanzar lo inasible. Por ello, mediante la manipulación de su figura y bajo la protección de lo hacemos en su nombre, Jesús ha sido utilizado para legitimar desde las posturas religiosas más radicales hasta acciones obscenamente descabelladas que una máquina inagotable de canallas (aka "iluminados") ha llamado a realizar en su pro.
Me conmueve pensar en el Jesús que me enseñó mi madre cuando era niño. Ése que conocí antes de mis sábados-por-la-mañana de catecismo: el carpintero humilde, amigo de personas incómodas, estandarte de la esperanza para los que no tenían derecho a tenerla. El Jesús que nos dejó las enseñanzas más simples y más hermosas, pero, al mismo tiempo, las más desafiantes.
Al final es eso lo que se nos ha olvidado. Hemos vivido dos mil y tantos años peleándonos por tonterías, preocupados por cosas accesorias, tratando de fijar nuestras opiniones como las definitivas apellidándolas como dogmas de fe. No sé si haya pasado eso porque somos algo cortos de vista o bastante condescendientes con nosotros mismos (para citar las razones que nos dejan "mejor parados"), pero lo esencial continúa allí, sin tocar: sus enseñanzas. Eso es lo importante. Mesías o no, hijo de Dios o no, hijo de virgen o no, célibe o no, si resucitó o no, lo cierto es que seguimos discutiendo si la envoltura del regalo que él nos dejó, es roja o azul, si es de papel celofán o de china, si los listones son de oro u oropel... y el regalo sigue allí adentrito, guardadito, escondido, esperándonos. Allí siguen sus enseñanzas -intactas- aguardándonos y esa promesa que me sé de memoria: "Yo estaré con ustedes todos los días de su vida hasta el final de los tiempos".
Y lo está.

sábado, abril 08, 2006

Slowing down

Inauguro la tranquilidad esta misma noche. Tras días de aceleres de pesimismo y desasosiego, he logrado apartarme de la desesperanza y el desánimo. Ahora, a disminuir la velocidad... He corrido tan rápido que ya no es posible -ni necesario- acelerar más el paso...
Estamos aquí los dos en camino y si no somos compañía, nada tiene sentido. Adelantarme me hizo quedarme solo y, sobre todo, dejarte a ti, allá atrás. Y ya no quiero. Quiero caminar a tu lado; los dos... despacio. El camino es mejor cuando en su trayecto se descubren, en los pequeños detalles y en los pequeños accidentes, las señales para llegar el uno hacia el otro.
Después de sudar tanta zozobra y morirme de sed inquieta, aparece el viento soplando sobre nosotros, acariciándonos. Imposible no estar contento. Es tan lindo estar a tu lado... El silencio mismo se transforma en promesas que respiro ahora que caminamos juntos. No hace falta pronunciarlas. Habitan entre nosotros ya...
Caminemos juntos, despacito, y ojalá que nos amanezcamos. Yo lo sueño, Dios lo sabe...
Cierro los ojos; respiro profundo... allí estás. Sonrío...

terça-feira, abril 04, 2006

La paleta

Oquéi, oquéi.
Sí, ¡ya qué! ¡lo acepto! Con todo la vergüenza del mundo, temiendo la maldición de mis ancestros y bajo el peligro de ser desheredado por mi familia y verme privado del lugar que ocupo dentro de mi eminente prosapia paletil, he de reconocer que no (¡gulp!), que NO me sé comer una paleta de manera inofensiva.
Hace unos días, después de atentar contra mis buenas costumbres culinarias y comerme un veggie burrito, en un lugar cerca de la universidad, de cuyo nombre no quiero acordarme... después de perpetrar semejante antropello contra el buen gusto, se me antojó comerme una paleta.
En pleno abril, hacía un calor tan terrible que los americanos -que no batallan en aligerarse la de por sí escasa carga de ropa que suelen vestir- se debatían ya no sólo entre llevar o el Vintage-Californian-Summer style o el homeless-alike-Summer-outfit, sino que competían (inconscientemente, claro) para ver quién se untaba (subrayo, ¡se untaba!) la menor cantidad de ropa al cuerpo. Obviamente, algunos realizaron algunas hazañas prodigiosas, dignas de perpetuarse por lo menos en una fotito, para no pedir algo tan imposible como una escultura a estas alturas de la conciencia ecológica.
En fin, aunque azuzado por el bochorno y la luz inquisitoria del sol, caminaba yo plácidamente por el campus en toda la vocación de voyeur de la que soy capaz (que no es poca), cuando se apareció ante mí la oportunidad para calmar mis apetitos de paleta. Entré a la cafetería y, después de enfrentar el momento apanicante de indecisión entre la amplísima variedad de popsicles, me decidí por una bastante calórica y, por lo mismo, muy tentadora: una Strawberry Shortcake Bar by Nestle.
¡¡¡Dios!!!
¿Qué puedo decir? ¿Cómo describirla? Cada mordida iba siendo una experiencia tan mística que ya me veía yo esculpido (como Santa Teresa de Ávila) teniendo un éxtasis, pero sin ángel ni flechas, sino yo solito frente a mi paleta: se me destemplaban los dientes (me dolían), pero las papilas gustativas de mi lengua estaban exultantes y gozaban en medio de estertores helados del delirio de sabor... Mmmmmm... mi paleta estaba obscenamente deliciosa. Me la iba comiendo en el camino a la oficina y, bueno, he allí el detalle y aquí surge la pregunta: ¿Cómo se puede gozar de una paleta sin atraer miradas lúbricas? No, no. No fue mi intención hacerlo, aunque fue bastante divertido notarlo. Sobre todo porque me ocurrió sólo con creaciones sublimes de Dios: tres chicos que de efebos no hubiesen dejado poema alguno por escribir... ¡Caray! en ese momento, se me antojó tantísimo estar en Grecia algunos siglos before the Common Era y ser un heleno común y corriente e invocar mucho a las musas amando a los efebos y vaciarme escribiendo y....... peeero....... sólo tenía a mi paleta.
Terminé de saborearla intercambiando miradas con el último Texan ephebus que avizoré en mi periplo con todos los sonrojos de los que soy capaz (que no son ni pocos ni mucho menos infrecuentes). Entré al edificio, llegué a mi oficina y hube de lavarme la boca diligentemente, cuidando de no dejar en ella rastros del pedacito de paraíso que me había sido revelado a mordidas en una paleta. Such is life!


segunda-feira, abril 03, 2006

¡Bienvenidas!

He decidido darme una tregua, un alto el fuego indefinidamente porque me siento desfallecer. Estos primeros cuatro meses del año han sido bastante intensos: despedidas, reencuentros, coincidencias, deseos cumplidos, miedos superados y alguno que otro temor resistente a las vacunas de optimismo. Desde hoy, pues, no habrá más angustias gratuitas ni tampoco fuga de pensamientos hacia nada/nadie...
La escuela graduada se pone cada vez más pesada y la carga de trabajo que tengo a causa de la clase que enseño no ha sido poca. Echo de menos a mis amigos que están en Colorado y en México. La experiencia de soledad ha sido especialmente desoladora este semestre. Algunas de las amistades que llegaron el año pasado cuando recién me mudé a Texas, se han ido desvaneciendo hasta desaparecer por completo. Quedan algunas. Poquísimas. Sin embargo, al pertenecer al mismo ambiente en el cual me desenvuelvo, su disponibilidad es casi nula. Ninguna de ellas sirve de resguardo en los momentos de flaqueza y desánimo.
¡No más quejas!. Las cosas han sido así. Quizá mejoren. Tengo la certeza de que lo harán.
Por lo pronto, abril ha entrado intensísimo. Hace tanto calor que hoy todo el mundo aprovechó para destaparse.
En fin, ya llegó la primavera y con ella la promesa de más vida y más esperanzas...
¡Bienvenidas!

segunda-feira, março 27, 2006

Borges y yo

- "Why I always become the dictionary/encyclopaedia of every guy I am/was interested in dating?" -le pregunté, entonces, a Borges, cuando el mate comenzaba a escasear en mi taza y había desaparecido prácticamente de la suya, rodeados por su biblioteca de su casa en Buenos Aires.
- "Bueno" -me respondió Borges (que en realidad era Dios)- "es que no eres ni una enciclopedia ni un diccionario, eres uno de esos libros raros en los que se ha depositado no sólo mucho conocimiento, sino todo el talento para amar; sin embargo, estás escrito en carácteres especiales y, por ende, necesitas a alguien -como tú- bastante especial para poder interpretarte, leerte y traerte a la otra vida, a esa que da el amor..."
- Ah, o sea que necesito un paleógrafo- dije yo, mostrando (una vez más) involuntariamente mis conocimientos.
- ¡Sí, un paleógrafo excepcional! ¡Y de esos quedan muy pocos, Ernesto!- concluyó Borges, frunciendo el ceño, como tratando de recordar algo, mientras me estechaba el hombro y comenzaba a regalarme una sonrisa con destellos de esperanza y consuelo.
- Sí, no todo está perdido -le dije yo sintiéndome húmedos los ojos.
- Eres un gran personaje. Ojalá pudiera escribirte- fue lo último que escuche decirle. Entonces, desperté.

[Dedicado a Óscar-desde-Hidalgo]

Mi abuelo y la nostalgia por la provincia

Pasé mucho tiempo pensando que la vida de mi abuelo y la mía no sólo eran distintas, sino opuestas y que, por tanto, las diferencias entre ambas eran irreducibles.
El tiempo ha hecho cambiar las cosas sobremanera. He descubierto que todo era cuestión de perspectiva. "Su camino es la antítesis de mi sendero" -pensaba yo, entonces-, pero no me daba cuenta que, en la vida, al igual que en Mexticacán (el pueblo de mi abuelo), no bastaba sólo con pararme en un sitio y pensar de manera categórica -encandilado por la ilusión óptica- que, para llegar a otro, tal o cual calle no debía ser muy difícil de subir. Antes de llegar siquiera a la mitad, me sorprendía siempre el sofoco porque aquellas no son calles, sino cuestas y, entonces, entre los jadeos, el sequío (como él llama a la sed) y múltiples dolores musculares, me descubría engañado por la parquedad de mi visión. Así igualito, me equivoqué cuando pensé ver entre su existencia y la mía piezas inconcatenables, la evidencia incontestable de un descoyuntamiento definitivo. Siempre -como en las películas de vaqueros que tanto le gustaba ver- nos vi caminando al uno y al otro, espalda contra espalda, hacia extremos opuestos de una calle que se perdía en ambos horizontes. No dábamos pasos para enfrentarnos en un duelo, sino para distanciarnos terminantemente (bueno, yo -de nuevo- seguía pensando por los dos). Así, él continuaría su camino hacia la realidad, donde los negocios y el presente marcaban el ritmo de las largas jornadas de trabajo (sobrehumano, he de decir) en la paletería. Yo me escapaba -a velocidad de Hermes- montado en los libros hacia otros tiempos, donde no había que pensar en palabras que dolían -como las botas que yo traía cuando estaba en Mexticacán- como ayudar, pagar, granjear y merecer; y sí, en cambio, podía guarecerme del calor atolondrante de aquella realidad -calcada y repetida sobre ella misma ad infinitum- a la sombra de la poesía y la literatura.
Sin embargo, no. No era así. La perspectiva que dan los años y la madurez nos aguzan la mirada. Hoy puedo decir que aquellos pasos que -según yo- dábamos, espalda contra espalda, hacia destinos distintos eran marcados sobre un sendero, cuyos extremos no se alejaban para despedirse, para distanciarse; sino para reencontrarse y fundirse en otra parte.
Ernesto, se llama él y, como él y por él, también, así, me llamo yo. Somos tan parecidos... Y no es esto una apreciación resultado de observar someramente sólo el espectro anecdótico de nuestros avatares (ambos salimos de nuestras casas bastante jóvenes buscando otras oportunidades, los dos dejamos nuestros pueblos, vivimos por un tiempo en los EE.UU., se nos negó la compañía del amor de nuestras vidas...), sino la certeza de que la carrera que el inició por allá de los 1929, se prolongorá en ésta que, claudicante, emprendí yo, en Monclova (donde él tuvo que establecerse) en 1980. Es cierto, sus circunstancia y las mías siempre fueron y han sido diferentes, pero mirándolo en perspectiva, nuestra lucha es la misma. La de él nació con el sueño de comprar las tierras en las que su padre -mi bisabuelo, mi nino, como le decíamos- había abonado con su juventud y fortaleza para convertirlas, así, en un regalo para él, para mi nino. Lo logró y con creces... A la vida le gustan las paradojas. Así, pues, si el sueño aquel de mi abuelo se había realizado gracias a su permanencia y trabajo en Monclova, sería allí, precisamente, allí, donde habría de nacer otro sueño, un anhelo más intenso y, por tanto, más escurridizo, el cual es aún inalcanzable para él: el regreso a su pueblo, a su Mexticacán del alma. En 1961, después de haber sido proyector de una compañía itinerante de cine que viajaba por los Altos de Jalisco y el sur de Zacatecas, de desvivir como jornalero en los Altos y de batallar como bracero en California, empeño lo poco que tenía y se fue al norte, "así: a la brava" -como él dice-, a Monclova con mi abuela, mi madre y mis tíos a pelear por sus sueños. Y pasaron los años y allí estaba Mexticacán, siempre. Presencia constante era la suya en sus palabras y, sobre todo, en su mirada. Desde 1961 hubo de repartir su vida entre su Jalisco y Monclova. Sin embargo, aún en Monclova, su Mexticacán lo acompañaba siempre. En sus mortificaciones (como él llama a las preocupaciones), en sus proyectos y, sobre todo, en los anhelos que destilan sus relatos. Por eso, ya no hay razón para decir que "soy el primero en mi familia que hace algo relacionado con literatura o el primero al que le gusta la lectura". Ahora me doy cuenta que el gusto por las historias y los relatos vienen de aquellas tardes, de aquellos instantes que salpicaban los bochornosos días en que, inconscientemente todos terminábamos formando un círculo a su alrededor sólo por el placer de escucharlo. Allí comenzó -o, más bien, continuó- todo en mí. De esos momentos, de escucharlo a él -a mi abuelo- germinaría mi gusto por la lectura y el placer de la escritura. Es verdad, él jamás regresó a sembrar sus tierras como deseaba, pero sembró en mí su esencia -el contar historias- y la continuidad de la nostalgia por la provincia.
Regresaré a ella, estoy seguro, no en las circunstancias que lo hubiese hecho él. Pero sí lo haré al lado de un hombre (mi amor) que ame esa vida del campo, a la que mi abuelo -montado, yo, en sus palabras- me llevaba siempre y con la que, hasta hoy, me hace soñar.
Sigo caminando por este sendero y, aunque mis circunstancias y el ser gay me hacen distinto, soy como él. Sólo le pido a la vida (a su Diosito, como él le decía) que me ayude a cumplir ese sueño del cual yo soy portador. El sueño de él, de mi abuelo...

sexta-feira, março 24, 2006

Tristeando

Aquí nomás tristeando...
Hoy no ha sido un día de los más halagüeños. No he hecho mucho. Tampoco tengo grandes ánimos para ponerme a trajinar por el departamento e iniciar la inaplazable rutina de limpieza de los fines de semana. Se acumulan los platos en el fregadero y la ropa sucia en la cesta. Todo pide a gritos mi atención y, así, exigiendo mi intervención, los desoigo y decido que hoy no voy a hacer nada.
Lo que tengo es pura tristura. No siento tristeza, sino lo otro: tristura. La tristeza tiene una causa palpable, un motivo visible. Es, en cierta forma, la expresión de una frustración, la posibilidad de la impotencia, el olor que ronda los umbrales definitivos...
La tristura, en cambio, es una mezcla de nostalgia y melancolía. No posee una referencialidad temporal específica. Habita, para ser preciso, en los terrenos vastísimos del subjuntivo (presente, pretérito y/o futuro). Ni siquiera implica el llanto. A veces la tristura convoca sonrisas, a veces lágrimas. Unas veces nos hace sentir vacíos, otras nos colma. Siempre, no obstante, nos hace mirar a un tiempo hipotético que, por el hecho de ser inasible, nos parece irremediablemente perdido, a pesar de que nunca se hubo materializado.
La tristura, pues, evoca el color de los sueños, la música de las ilusiones, el aroma de los anhelos e, implacable, nos recuerda irremediablemente el exilio que sufrimos y sufriremos de todo aquello por lo que suspiramos sintiéndola a ella, a la tristura...
En fin, sigo aquí... aquí nomás tristeando pura tristura...