terça-feira, fevereiro 27, 2007

Monstruos

Monstruo: (del lat monstrāre, poner a la vista, exhibir)
ente que causa conmoción y espanto por su ¿fealdad?


Los monstruos...
¡Cuídate de ellos!
Tienen sed de espejos.
Los buscan en tus ojos.
¡Huye!…


Narciso no miraba la fuente;
se veía sólo a sí...

...solo se veía.


....¡Huye!....


sábado, fevereiro 24, 2007

Le temps est nuageux

El hombre más bello, no desea amar...
- Alfonsina Storni

Je suis triste.
Je suis bleu.
Je suis deux.
J'ai mal de sas quelquefois.

Le plus beau homme ne sait pas aimer...

sábado, fevereiro 17, 2007

El miedo

¿Será posible atravesar el círculo de fuego sin quemarse (queriéndolo)?

sábado, fevereiro 10, 2007

La lluvia a dos aguas

Llueve mucho en Davis estos días. La ciudad se ha disfrazado de Londres por todos lados. La neblina, el frío y esa lluvia intermitente que no cesa me instalan en Britania una y otra vez.
Digo todo esto en el marco de un hedonismo rampante donde ninguna querella tendría cabida porque me siento sumamente contento entre toda esta novedad. Eso es innegable.
Es cierto, ya no escribo con mucha frecuencia, pero hay tantas cosas sobre las que no puedo escribir. Y no porque haya algún afán censor en mí, sino porque, simplemente, no sé cómo hacerlo. Hay cosas sublimes que no quieren ni acercarse al papel para ser (con)memoradas. Y todo sucede de noche y también, sí, un poco, de día. Tengo mucho de lluvia en mí, vocación de agua y ambiciones paradójicas de quedarme en lo que mojo. Besar, beso mucho. Acariciar, acaricio mucho.
Aún debo aprender a despedirme como el agua. Es difícil. Siempre quiero quedarme...

sexta-feira, fevereiro 02, 2007

No me conoces aún. Memorial.

Hace rato me acordé de esa canción mientras caminando por el campus pensaba en ti. Hoy, precisamente, dentro de pocas horas, se cumplirá un mes desde la primera vez que nos vimos. Jamás pensé que después de esa llegada tan accidentada y llena de contratiempos me encontraría una sorpresa como tú.
Me gustaste desde el primer momento. Sé que siempre lo has sabido. Me leíste con aquellos ojos de curiosidad, de travesura y antes de que hablases o de que me pudiese defender, supe que quería conocerte. ¿Y tú, qué habrás pensado? Me ganaste, entonces, cuando cargaste mis maletas sin chistar o pedir ayuda y todavía más; me atravesaste el corazón cuando me ofreciste tu teléfono para que llamase a México. Hablamos mientras me llevabas del aeropuerto a Sacramento, ¿recuerdas? Estaba nervioso y obviamente habré dicho ingentes torpezas. Tú eras todo seguridad y buen humor. Yo me derretía. ¿Volveremos alguna vez a compartir el tiempo de esa manera?
Entonces, ya sólo nos recuerdo en aquel momento memorable. Bailando ambos. Tú enfrente mío. Tu mirada, tu sonrisa. La única certeza que tengo es que jamás podré describirlas, pero las recuerdo con nostalgia. Sentí tantas cosas en ese momento que escribirte ese verso al aire y sin pluma fue lo menos que podía hacer. Tu respuesta me hizo de aire las piernas. ¡Cómo me hubiera encantado besarte!
Pasó el tiempo y creció el desánimo de mi parte. Aunque coincidimos otras veces y yo no vacilé en hacerte saber todo lo que me gustabas, la única respuesta de tu parte fue el silencio. ¿Mayor elocuencia que ésa? Quizá no. Pero yo, como soy un creyente a ultranza, decidí tener fe y esperar. ¿A qué? Pues esperar simplemente.
Entonces, aquella noche que compartimos. Aquella noche que dormiste conmigo. Yo no dormí. Estaba tan contento de tenerte a mi lado. Recordaré siempre esa noche. Te dije todo. Luego llegó la mañana y el silencio.
Sigo así. Te has ido. Quizá ya no vendrás. Sigo esperando aun sabiendo que tengo todo en mi contra. Tampoco es que me vaya a morir.
Me duele que no pudiésemos conocernos.
Llegaste, sí, pero te fuiste sin conocerme...