¡A remediar el olvido en que ha caído este blog!
Antes publicaba en esta página una especie de diario personal en que hablaba de las cosas que me pasaban. También, por un tiempo estuve colgando poemas o cosas que escribía. Luego, después, les rendía homenaje a los poetas que admiro publicando fragmentos de su obra. Entre tanta claudicación, olvido y cavilaciones perdí -creo- a los pocos lectores que si no cautivos, sí reincidentes, volvían a frecuentar esta impredecible página.
Vuelvo ahora a escribir. Insisto en mi obstinación. ¿Será que no quitar el dedo del renglón es la única manera de evitar la pérdida de lo que tanto soñamos? ¿O debemos adherirnos a aquel adagio estoico de "déjalo libre; sí regresa es tuyo, si no, nunca lo fue"? ¿O había que optar por la radicalidad de "a enemigo que huye, puente de plata"? Yo siempre fui de los que insistí, de los que perseguí al "enemigo", de los que trataron de mostrarle los beneficios de la dulce cautividad. Fui siempre de los que se obstinaban; de los que luchaban soñando...
Pero ¿y si al final logramos conseguir lo que nos esforzamos mucho tiempo en no perder? ¿Qué cuándo la vocación de pérdida es suplantada por una victoria que idealizamos mucho tiempo y que, sin embargo, no deja de amargar por todo cuanto la precedió? ¿Qué se hace frente a ese triunfo quieto, modesto, antiextático... sin algarabía ni aspavientos como brillaba en los sueños?
¿Será que lo que tanto amamos -contra sí mismo y contra las mismas circunstancias- tampoco sale ileso de tanta batalla? ¿Será que aquello por lo que tanto hemos luchado y que al final nos es otorgado, caduca también en nuestro corazón?
No lo sé, sólo (me) lo pregunto...
quarta-feira, janeiro 23, 2008
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